La capsaicina como una alternativa para tratar el dolor crónico

La capsaicina es un compuesto que se encuentra en el chile. Es la responsable del efecto quemante e irritante que se produce al consumir chile. Esta molécula y sus derivados han sido investigados como alternativas al tratamiento del prurito, dermatitis atópica, rosácea,

rinitis no alérgica y alérgica, tos idiopática crónica, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, obesidad, síndrome del ojo seco y cáncer. Recientemente se ha estudiado su papel en el bloqueo del dolor. El dolor se define como una percepción sensorial, localizada y consciente del sujeto. Mientras que la percepción al dolor es una sensación individual y compleja que varía de una persona a otra porque depende de la edad, el sexo, las experiencias anteriores y las características psicológicas, socioculturales y neurofisiológicas de la persona. Se dice que el dolor es crónico cuando éste persiste tres meses o más. La nocicepción es el proceso de interacción que se da cuando un estímulo actúa en su receptor; es decir, la transducción, transmisión o procesamiento de señales relacionadas con el dolor en el sistema nervioso central. El estímulo nociceptivo viaja a través de las fibras nerviosas periféricas C y Aδ de la médula espinal.

Existe una amplia variedad de medicamentos para tratar el dolor crónico. Estos se clasifican en función del lugar donde actúan, siendo: 1) en los nociceptores (analgésicos no opioides o antiinflamatorios), 2) en las estructuras de transmisión del sistema nerviosos periférico (anestésicos locales), 3) percepción del dolor en el sistema nervioso central (analgésicos opioides) y 4) reacción y comportamiento asociado con dolor (ansiolíticos, antidepresivos, analgésicos opioides). Sin embargo, ninguno de estos es completamente efectivo ya que el tratamiento del dolor crónico requiere de un enfoque multidisciplinario.

La capsaicina tópica actúa como agonista altamente selectivo del receptor del potencial transitorio vaniloide 1 (TRPV1) de los nociceptores C y Aδ. TRPV1 controla el movimiento de iones sodio y calcio a través de la membrana celular. La unión de la capsaicina al TRPV1 abre el canal de iones causando la despolarización liberando neuropéptidos vasoactivos y la producción de los potenciales de acción que se perciben como sensaciones de picazón, pinchazos o ardor. Sin embargo, la aplicación repetida o la exposición de altas dosis de capsaicina provocan una sobrecarga de calcio y disfunción mitocondrial. Teniendo como resultado, una desensibilización periférica y central (se deja de percibir el dolor). A diferencia de los medicamentos tradicionales para tratar el dolor crónico, la capsaicina proporciona un alivio duradero y eficaz, su efecto analgésico se produce más rápido y sus efectos adversos son considerablemente menores.

A la fecha, el parche de capsaicina al 8% ha sido aprobado por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), para el tratamiento del dolor asociado con la neuralgia postherpética, la neuropatía sensorial distal asociada al VIH y la neuropatía diabética. La intensidad del dolor disminuye significativamente después de 1 a 3 tres semanas

después de la aplicación del parche. El parche de capsaicina al 8% recientemente se ha estudiado en el tratamiento del dolor asociado con neuropatía inducida por quimioterapia, el dolor lumbosacro neuropático, el dolor del miembro fantasma, el dolor postraumático y posoperatorio, el dolor neuropático periférico, dolor secundario a desmielinización inflamatoria crónica, neuropatía y polineuropatía de etiología desconocida.

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